1)¿Puede el sector turístico sobrevivir a la crisis climática?
Desde las Islas Salomón hasta el Parque Nacional de Denali, cinco comunidades que dependen del turismo se enfrentan al cambio climático.
Una de las terribles ironías de la crisis climática es que algunos de los lugares más bellos del mundo son también los más vulnerables. Esto significa que, a medida que aumentan las temperaturas, los fenómenos meteorológicos extremos, las fuentes de agua se secan y los hábitats naturales mueren, estos lugares se enfrentan a otra pérdida devastadora: los turistas.
El turismo contribuye de forma significativa a la crisis climática -alrededor del 8% de las emisiones mundiales- y las hordas de visitantes causan muchos más problemas, como el exceso de desarrollo y la degradación de las zonas naturales. Sin embargo, los ingresos generados por los turistas pueden aportar enormes beneficios económicos a estos destinos, muchos de los cuales no tienen otras formas de industria o, de lo contrario, dependerían de industrias extractivas como la minería o la tala. El turismo también puede concienciar sobre los problemas medioambientales, como la decoloración de los arrecifes de coral o las especies animales en peligro de extinción, y proporcionar financiación para los esfuerzos de conservación.
2) Un planteo ineludible para la humanidad
Esta compleja relación se puso de manifiesto durante Covid-19, cuando el turismo se paralizó. Las emisiones de carbono cayeron. La vida silvestre floreció. Las tortugas laúd de Tailandia pusieron el mayor número de huevos en dos décadas. Pero todo esto tuvo un coste. La industria turística mundial sufrió una enorme pérdida, creando una emergencia en los países en desarrollo. Las familias se esforzaron por encontrar comida. La tala ilegal aumentó en algunos lugares, al igual que la caza furtiva.
A medida que el turismo comienza a reconstruirse, resulta imposible ignorar que el futuro de la industria está inextricablemente ligado a la crisis climática.